lunes, 22 de febrero de 2010

PATERNIDAD ESPIRITUAL 21-02-10


















Tema: La Gran Comision
Titulo: Paternidad Espiritual
Autor: Rvdo. Alberto S. Calviño

Fecha: 21-10-10
Texto: Gál. 4:19
"Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes"

Introducción:

A- La Gran Comisión y la paternidad espiritual
B- La paternidad y el poder sobrenatural de Dios
C- Dios nos ha llamado a ser padres espirituales

Proposición: PARA COMPRENDER PLENAMENTE LO QUE EL SEÑOR NOS ENSEÑA EN LA GRAN COMISION, DEBEMOS COMPRENDER EL CONCEPTO DE PATERNIDAD ESPIRITUAL

O.T.: Hay algunos ejemplos interesantes en las Escrituras

I- ABRAHAM: El esfuerzo humano - Gál. 4
24 Ese relato puede interpretarse en sentido figurado: estas mujeres representan dos pactos. Uno, que es Agar, procede del monte Sinaí y tiene hijos que nacen para ser esclavos.
25 Agar representa el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la actual ciudad de Jerusalén, porque junto con sus hijos vive en esclavitud.
26 Pero la Jerusalén celestial es libre, y ésa es nuestra madre.
27 Porque está escrito: «Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz, ¡grita de alegría! Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en gritos de júbilo! Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada.»
28 Ustedes, hermanos, al igual que Isaac, son hijos por la promesa.
29 Y así como en aquel tiempo el hijo nacido por decisión humana persiguió al hijo nacido por el Espíritu, así también sucede ahora.
30 Pero, ¿qué dice la Escritura? «¡Echa de aquí a la esclava y a su hijo! El hijo de la esclava jamás tendrá parte en la herencia con el hijo de la libre.»
31 Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava sino de la libre.


A- El hijo del esfuerzo humano: Ismael
B- El hijo de la promesa: Isaac
C- Los nacidos por decisión humana vs. Los nacidos por el Espíritu

II- ANA: El anhelo ferviente - 1ª. Sam. 1
1 En la sierra de Efraín había un hombre zufita de Ramatayin. Su nombre era Elcaná hijo de Jeroán, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efraimita.
2 Elcaná tenía dos esposas. Una de ellas se llamaba Ana, y la otra, Penina. Ésta tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno.
3 Cada año Elcaná salía de su pueblo para adorar al Señor Todopoderoso y ofrecerle sacrificios en Siló, donde Ofni y Finés, los dos hijos de Elí, oficiaban como sacerdotes del Señor.
4 Cuando llegaba el día de ofrecer su sacrificio, Elcaná solía darles a Penina y a todos sus hijos e hijas la porción que les correspondía.
5 Pero a Ana le daba una porción especial, pues la amaba a pesar de que el Señor la había hecho estéril.
6 Penina, su rival, solía atormentarla para que se enojara, ya que el Señor la había hecho estéril.
7 Cada año, cuando iban a la casa del Señor, sucedía lo mismo: Penina la atormentaba, hasta que Ana se ponía a llorar y ni comer quería.
8 Entonces Elcaná, su esposo, le decía: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás resentida? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?»
9 Una vez, estando en Siló, Ana se levantó después de la comida. Y a la vista del sacerdote Elí, que estaba sentado en su silla junto a la puerta del santuario del Señor,
10 con gran angustia comenzó a orar al Señor y a llorar desconsoladamente.
11 Entonces hizo este voto: «Señor Todopoderoso, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya y, si en vez de olvidarme, te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida, y nunca se le cortará el cabello.»
12 Como Ana estuvo orando largo rato ante el Señor, Elí se fijó en su boca.
13 Sus labios se movían pero, debido a que Ana oraba en voz baja, no se podía oír su voz. Elí pensó que estaba borracha,
14 así que le dijo: —¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Deja ya el vino! 

15 —No, mi señor; no he bebido ni vino ni cerveza. Soy sólo una mujer angustiada que ha venido a desahogarse delante del Señor.
16 No me tome usted por una mala mujer. He pasado este tiempo orando debido a mi angustia y aflicción. 

17 —Vete en paz —respondió Elí—. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.
18 —Gracias. Ojalá favorezca usted siempre a esta sierva suya. Con esto, Ana se despidió y se fue a comer. Desde ese momento, su semblante cambió.
19 Al día siguiente madrugaron y, después de adorar al Señor, volvieron a su casa en Ramá. Luego Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella.
20 Ana concibió y, pasado un año, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, pues dijo: «Al Señor se lo pedí.»

A- Ana y el dolor de la esterilidad – vs. 7
7 Cada año, cuando iban a la casa del Señor, sucedía lo mismo: Penina la atormentaba, hasta que Ana se ponía a llorar y ni comer quería.
B- Ana y el amor del esposo – vs. 5, 8
5 Pero a Ana le daba una porción especial, pues la amaba a pesar de que el Señor la había hecho estéril.
8 Entonces Elcaná, su esposo, le decía: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás resentida? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?»
C- Ana y el clamor apasionado – vs. 10-11, 20
10 con gran angustia comenzó a orar al Señor y a llorar desconsoladamente.
11 Entonces hizo este voto: «Señor Todopoderoso, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya y, si en vez de olvidarme, te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida, y nunca se le cortará el cabello.»
20 Ana concibió y, pasado un año, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, pues dijo: «Al Señor se lo pedí.»


III- MARIA: El precio aceptado – Lc. 1
26 A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea,
27 a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María.
28 El ángel se acercó a ella y le dijo:
—¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo. 

29 Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.
30 —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—.
31 Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
32 Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David,
33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin. 

34 —¿Cómo podrá suceder esto —le preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?
35 —El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios.
36 También tu parienta Elisabet va a tener un hijo en su vejez; de hecho, la que decían que era estéril ya está en el sexto mes de embarazo.
37 Porque para Dios no hay nada imposible. 

38 —Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho. Con esto, el ángel la dejó.


A- Las palabras del ángel
1- “Tú que has recibido el favor de Dios“
2- “El Señor está contigo“
3- “No tengas miedo… Dios te ha concedido su favor“

B- Las palabras de María
1- “¿Cómo podrá suceder esto?“
2- “Aquí tienes a la sierva el Señor, que El haga conmigo como me ha dicho“

Conclusión:

A- La cosecha vendrá de manera sobrenatural
B- La cosecha vendrá como fruto de un anhelo ferviente
C- La cosecha vendrá si estamos dispuestos a pagar el precio

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