lunes, 4 de mayo de 2009

Reflexión Apostólica Dirigida al Liderazgo Cristiano - Pastor Alberto Calviño

RESTAURACION ESPIRITUAL

Texto: Jeremías 15:15-21

Introducción:

 En la vida cristiana, tanto como en el ministerio, frecuentemente pasamos por situaciones que alteran nuestra vida espiritual, nuestra comunión con Dios, nuestra visión, nuestro deseo de servir, etc.

Esto no sucede de un día para el otro sino que es un proceso que nos va corriendo sutilmente de nuestra posición, hasta que finalmente caemos en la cuenta de que algo no está funcionando bien y que algo tenemos que hacer para revertir la situación.

En este pasaje de jeremías encontramos algunas claves de este proceso y su necesaria e imprescindible  restauración.

Vamos a tratar de rescatar algunas lecciones que nos ayudarán a comprender nuestra situación o nos servirán para ayudar a otros.

 I- HAY UN DESGASTE

15 Tú comprendes, Señor; ¡acuérdate de mí, y cuídame! ¡Toma venganza de los que me persiguen! Por causa de tu paciencia, no permitas que sea yo arrebatado; mira que por ti sufro injurias. 
16 Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, Señor, Dios Todopoderoso.

Jeremías comienza acudiendo al Señor por ayuda al reconocer que algo no estaba funcionando bien y luego reconoce que hay algo que había perdido en su comunión con Dios. Al referirse a las palabras del Señor habla en tiempo pasado y dice: “las devoraba“; “eran mi gozo…“ . El profeta había experimentado un desgaste en su vida espiritual lo que hacía que todo aquello que antes le producía gozo y alegría ahora es cosa del pasado.

Este es un peligro latente tanto en el ministerio como en la vida cristiana, ojo cuando nos damos cuenta que lo que antes nos producía gozo y alegría ahora demanda de nosotros un gran esfuerzo y a veces hasta nos resulta pesado.

 II- HAY UNA JUSTIFICACION

17 No he formado parte de grupos libertinos, ni me he divertido con ellos; he vivido solo, porque tú estás conmigo y me has llenado de indignación. 


 Inmediatamente después de reconocer este desgaste en su comunión con el Señor, Jeremías comienza a justificarse, como no entendiendo por qué había llegado a ese estado si, aparentemente estaba haciendo las cosas bien, no estaba en pecado, sentía que no merecía estar como estaba.

 III- HAY UNA QUEJA

18 ¿Por qué no cesa mi dolor? ¿Por qué es incurable mi herida? ¿Por qué se resiste a sanar? ¿Serás para mí un torrente engañoso de aguas no confiables?

 Como lógica consecuencia de su justificación, viene la queja, nuestros famosos ¿por qué Señor?

Este tipo de preguntas lleva implícita la idea de “yo no tengo nada que ver, yo no hice nada malo para estar así, ¿por qué a mí?“.

Es una manera muy “espiritual“ de evadir la responsabilidad que tenemos en cuanto a mantener nuestra relación personal y nuestra comunión con el Señor en un estado óptimo.

 IV- HAY UN LLAMADO

19 Por eso, así dice el Señor: «Si te arrepientes, yo te restauraré y podrás servirme. Si evitas hablar en vano, y hablas lo que en verdad vale, tú serás mi portavoz. Que ellos se vuelvan hacia ti, pero tú no te vuelvas hacia ellos. 


Si bien el Señor no responde de manera directa sus preguntas, en cada palabra se puede encontrar razones del estado espiritual de jeremías.

El llamado de Dios es al arrepentimiento. Evidentemente había cosas en la vida del profeta que le había hecho equivocar el camino y ahora Dios lo llamaba a volver al camino correcto. Esta actitud es indispensable para ser restaurado y poder servir al Señor eficazmente.

El llamado de Dios es a no hablar en vano. Para ser vocero del Señor debía cuidar cada palabra que saliera de su boca. Cada una de sus palabra debían ser significativas y de mucho valor. Esta actitud al hablar traerá como resultado que Dios vuelva a confiar en nosotros y respalde nuestro ministerio.

El llamado de Dios es a la integridad. La integridad, la firmeza de nuestra posición es la que marcará la diferencia y le dará autoridad a nuestras palabras.

 V- HAY UNA PROMESA

20 Haré que seas para este pueblo como invencible muro de bronce; pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte —afirma el Señor—.21 Te libraré del poder de los malvados; ¡te rescataré de las garras de los violentos!»  

 Son tremendas estas últimas palabras donde el Señor promete un respaldo tan grande a Jeremías, y a todo aquel que responsa a este llamado.

Expresiones como: “invencible muro de bronce“, “no te podrán vencer“, “yo estoy contigo para salvarte y librarte“, “Te libraré“, “te rescataré“; son un seguro impresionante que nos permite encarar cualquier desafío, superar cualquier obstáculo, llevar adelante la visión que Dios puso dentro nuestro y avanzar día a día hacia cosas mayores.

Conclusión: 

Aprendamos de este pasaje a buscar siempre que sea necesario la restauración de nuestra vida espiritual. Ante el menor síntoma de desgaste, de cansancio interior, de aburguesamiento o de tibieza, dejemos de lado toda justificación y toda queja y escuchemos el llamado del Señor que seguramente traerá resultados altamente positivos y con ello vendrán poderosas promesas que nos posicionarán para llevar a cabo la obra que el Señor nos ha encomendado.

 

 

No hay comentarios: